Disputado por personas totalmente ciegas o incapaces de distinguir la forma de una mano, el Fútbol 5 parece haber surgido en torno a la década de 20, en España, en escuelas e institutos especializados. La disciplina pasa a formar parte del programa paralímpico sólo en los Juegos de Atenas, en 2004. Se disputan los partidos de Fútbol 5 en campos con las mismas medidas que los de Fútbol Sala, y el piso es de caucho, cemento o madera -pero la hierba sintética es la preferida desde la primera disputa del deporte en los Juegos Paralímpicos-. La pelota oficial posee cascabeles internos y su sonido orienta a los jugadores, además, tres “llamadores” ubicados en los tercios de orientación, les dan instrucciones. En el tercio defensivo, la responsabilidad es del portero. En el medio, del entrenador, sentado en el banco de los reservas, y en el ofensivo, de otro integrante de la comisión técnica, situada detrás del gol adversario. A pesar de estos recursos, hablar demasiado podría molestar a los jugadores.
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