Fue el 17 de octubre de 1991, cuando Irene Villa se subió al auto de su madre sin saber que segundos después su vida iba a sufrir un cambio rotundo. Cuando la bomba estalló, ella voló por los aires. Y como consecuencia de ese atentado de la ETA, afrontó la vida sin sus piernas y tres dedos de su mano izquierda. Había que empezar de nuevo…
Para Irene Villa, nada es imposible. Porque reconstruyó su vida y tras la recuperación, se recibió de periodista y de psicológa. Y también se dedicó al deporte paralímpico. Fue campeona de esquí adaptado del mundo en la prueba por equipos. Hoy se moviliza con una prótesis robotizada de última generación que le permite caminar con apenas una muleta.
Su historia encandiló a Diego Simeone, que en marzo de 2014, la llamó y le pidió un favor: «Conocí tu historia y quedé asombrado. Me encantaría que vengas el domingo a contársela a los muchachos. ¿Te animás?», le propuso el Cholo. Una semana más tarde, Irene se paró frente al plantel del Atlético de Madrid y les contó su historia.
¿Cómo fue aquella charla? ¿Estabas nerviosa?
– Fue el 29 de marzo de 2014, en Bilbao, antes de jugar contra el Athletic. Me presenté en el hotel antes del almuerzo y debo confesar que sí , que estaba muy nerviosa. Les mostré las imágenes del accidente y se creó un clima impresionante.
– ¿Cómo reaccionaron los jugadores? ¿Te hacían preguntas?
– Ellos escuchaban en silencio. La charla duró 40 minutos y cuando la terminé, me saludaron y me abrazaron. Estaban shockeados. Para mí fue una rica experiencia, un honor y un privilegio.
– ¿Qué impresión te dejó Simeone?
– Encontré una persona humilde, encantadora, energética y carismática. Yo no sabía mucho de fútbol, pero él me contagió su pasión. Compartimos muchos valores: creemos en la fuerza mental y en la positividad. Y coincidimos en que trabajar en equipo es fundamental.
– ¿Cómo quedó la relación con el Cholo?
– Genial. Nos intercambiamos mensajes muy a menudo. Cada vez que tiene un partido importante, le escribo y él me responde enseguida. Como pasó antes de jugar contra Bayern Munich. Fue un partido duro, complicado. Pero lo sacamos adelante. Es un motivador positivo.
– ¿Por qué te dedicaste al ski paralímpico?
– Empecé a practicarlo para que otras personas vieran que se podía. Que el saber que se puede es posible.
– Y te fue bien, lograste buenos resultados.
– Nunca me interesó ser campeona. Muchas veces me pasó de tener que alentar a los rivales antes de largar. Verlos temerosos y ofrecerles mis palabras de aliento.
– ¿Hiciste deportes para demostrarle al mundo que se «todo se puede»?
– Sí, porque el deporte tiene beneficios no sólo físicos, sino también psicológicos. Además de ski, hice ciclismo y esgrima. El deportes libra de muchos males, es muy beneficioso.
– ¿Qué es el deporte para vos?
– Es sinónimo de esfuerzo, de dedicación y de lucha. Y la vida también es eso.
Irene Villa es madre de dos hijos (Carlos y Gael), y espera un tercer varón. Está casada con un argentino, Juan Pablo, y por eso cada año Buenos Aires es una parada obligatoria. «Venimos a ver a los abuelos, y a probar esa rica carne de ustedes», dice. Cuando el tiempo se lo permite, ofrece charlas motivacionales.
«Una tarde viajaba en el tren y escuché un tema de Diego Torres. Se llama Color Esperanza, pero hay una frase que me marcó: ‘Saber que se puede'», dice Irene. «Usé esa frase para mi libro porque es un homenaje a esa capacidad que tenemos todos de mantenernos a flote frente a las adversidades. Con una buena actitud, voluntad y constancia, no hay nada que el ser humano se proponga y no consiga», agrega.
– ¿Sos un ejemplo?
– No, no lo soy. Sé que algunos me toman como ejemplo, pero no hago las cosas para que así sea. Pasé momentos muy difíciles, y la gente piensa que no tener piernas es el fin del mundo, y no lo es. El hecho de no abandonar nunca y de no dejar de sonreír a la vida, aunque la vida me retara a lo contrario, fue la clave. No hay barrera en la vida que no se pueda superar».
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