Gabriel Caparrós, el campeón mundial de tenis para ciegos, estuvo en “Paradeportes Radio” (10º temporada consecutiva), el ÚNICO PROGRAMA dedicado al deporte adaptado, inclusivo y paralímpico argentino conducido por Maximiliano Nóbili y Ariel Quassi (todos los LUNES, de 20 a 21, en vivo por el Instagram, Facebook y canal de Youtube de Paradeportes).
Juega al tenis desde los 6 años, fue profesor y es coach de alto rendimiento. El deporte siempre fue su motor y gran pasión. También jugó al fútbol, vóley, paddle y hasta al softbol.
Hoy tiene 40 años y desde hace cuatro, en plena pandemia y en sólo 9 meses, quedó ciego por una rinopatía diabética (tiene diabetes desde los 8 años). El cimbronazo fue durísimo, pero encontró en el deporte y en su amado tenis una salida magistral. En el Mundial de Italia 2024 dio el batacazo y se consagró campeón del mundo en un partido infartante: levantó 3 match points y lo ganó en el tie break por 2-4, 5-4 (7-5) y 10-8. Cuando regresó a Benito Juárez, su ciudad, lo recibieron en una autobomba y con sus vecinos en la calle.
Hace unas semanas se hizo viral porque hizo (sin ver) “La Gran Willy”, la jugada maestra de Guillermo Vilas. De espaldas a la red, pasó la pelota entre sus piernas. Un puntazo único que hasta lo compartió en Instagram una de las hijas de Vilas.
Aquí, las definiciones más destacadas de Gabriel Caparrós: el campeonato del mundo que ganó en Italia, cómo hace la famosa Gran Willy, el apoyo de su ciudad: Benito Juárez, y el sueño de representar a la Argentina en un Juego Paralímpico.
“Cuando arranqué con el tenis para ciegos no le pegaba a nada, me frustraba mucho porque yo sentía que tenía tenis para dar, pero no lo podía plasmar en la cancha. Hasta que un día aprendí a encontrar y controlar la pelota. Así empecé a aplicar el tenis convencional al tenis para ciegos”.
“La Gran Willy no fue la primera vez que la hice, pero sí la primera que está filmada gracias a mi vieja. Justo saco de volea, mi entrenador la devuelve, me pasa por el costado, voy hacia atrás y la tiré. Es una jugada de último recurso”.
“Fue un honor que la hija de Guillermo Vilas compartiera mi jugada en su cuenta de Instagram. Para mí, Vilas fue lo más grande tuvo este país en el tenis”.
“De chico la hice mucho tiempo, conozco cómo hacerla y la puedo visualizar en mi mente escuchando la pelota”.
“Mi entrenamiento no es el mismo que el resto de mis rivales. Entreno solo, con mi entrenador. Hago especificaciones de todos los golpes, me preocupo por practicar pelotas de todo tipo: defensivas y contragolpes. Entreno mucho el saque y sus variantes. Trato de entrenar ahogado, hacer puntos estando muy agitado. Juego y entreno como si estuviese en una final del mundo, esa es mi motivación”.
“Antes de quedar ciego durante la pandemia practiqué muchos deportes, como el vóley. A mí la pelota siempre me pasaba entre las piernas, entonces dije: “Tengo que encontrarla ahí”. Entonces adopte la postura de defensa del vóley, agarro la raqueta con las dos manos y ahí encuentro a la pelota”.
“Ahora ya elijo para donde quiero que vaya la bola. La “cuchara” es un recurso que se utiliza mucho cuando la bola viene muy rápido. He visto a chicos europeos quejarse de mi técnica, ellos quieren que le peguemos como si fuésemos convencionales, pero la pelota nunca termina de salir de la raqueta hasta el final. También quieren cobrar el doble golpe. Si los árbitros empiezan a cobrar doble golpe o una llevada, se termina el blind tenis, el deporte va a perder dinámica y va a ser el deporte más aburrido del mundo. Aprender a controlar la pelota como la hacemos es mucho más divertido para los espectadores y para nosotros”.
“Mi fuerte es el saque y el revés. Por ahora, son los dos golpes con los que yo siento que puedo hacer la diferencia. Otra cosa que tengo es mi educación de piernas, tengo los movimientos del tenis bien marcados y entreno mucho eso para llegar bien a la bola. Hay que estar muy activo con las piernas para poder corregir y ajustar”.
“Cuando fui a Cracovia a mi primer Mundial, jugué contra Naqi Rizvi, número 1 del mundo, y él usaba rodilleras. No entendía por qué las tenía y cuando empecé a encontrar las pelotas casi arrodillado antes del tercer pique, ahí me di cuenta. Sin las rodilleras me lastimaba todo”.
“Cuando estaba en los últimos días con vista, una amiga me mandó un mensaje que decía: ‘¿Sabés que existe el tenis para ciegos?` Yo no le creía, me mandó unos vídeos y alcancé a ver algo. Después tuve mi tiempo de duelo por la ceguera y cuando retomé la vida, arranqué con el tenis”.
“Ese duelo me tomó un año y medio. Todavía creo que lo estoy transitando. Trato de vivir sabiendo que no veo, pero vivo como si viera. El deporte fue el hilo conductor de volver a vivir”.
“Mi ciudad (Benito Juárez) me ayudó muchísimo. Me puso profes, me dio los lugares para entrenar y ahora estoy becado. Cuando volví de ganar el Mundial me estaban esperando todos, hasta el intendente. Entreno con un compromiso enorme por Benito Juárez”.
“Antes de irme a jugar el Mundial de Italia estaba entrenando mucho, venía jugando bien. Hicimos un torneo en el Instituto Román Rosell y perdí los dos partidos, pero igual me sentía en un muy buen nivel”.
“A Italia llegué con competencia, bien entrenado, laburé con mi psicólogo y mi novia, que también es nutricionista, me ayudó un montón. Tuve una buena puesta a punto. Arranqué más o menos, me costaron los dos primeros partidos, pero cuando pasé la zona empecé a fluir”.
“Los dos partidos más difíciles fueron los de la zona. El alemán tuvo tres match point y no lo pudo cerrar, ahí pude sacar el partido adelante. No estaba tan bien del tenis, pero sí de la cabeza. Ya en octavos de final me tocó jugar con el número 4 del mundo y le gané bien. En cuartos contra un italiano, ya me sentí bien. Con el lituano, en semifinales, fue complicado, pero lo pude dar vuelta. A la final fui muy relajado, mucho más de lo que pensaba, la presión la tenía el japonés Shizawa Harufumi y jugué con eso”.
“Ni en el mejor de los sueños se les podría haber ganado a los japoneses, que inventaron este deporte, las dos finales (femenino con Rosana Lescano y masculino)”.
“Para mí es un gran orgullo y un gran honor llevar la bandera argentina. En el Mundial en Italia, cuando estuve en el podio, fue una gran emoción. Valió la pena cada entrenamiento”.
“A mí me gustaría que el próximo Mundial se hiciera en Australia porque se jugaría en el Rod Laver Arena, el mismo estadio del Grand Slam (Australian Open). Para mí sería una locura entrar. Ahí me tiro al piso, le doy un beso antes de arrancar el partido y me quedo a vivir en la cancha”.
“Me parece que hace falta más incorporación de dirigentes y entrenadores para crecer. La gente no se acerca mucho a los paradeportes. Cuando el tenis para ciegos arranque en Estados Unidos puede ser que sea el despegue”.
“El tenis es un deporte que hace que dependas de vos mismo. Si vos no entrenás y trabajás bien, es difícil que te vaya bien. No le podés echar la culpa a nadie, en la cancha estás solo”.
“Estamos trabajando para que el tenis blind sea un deporte paralímpico. Hay que seguir fomentando el deporte, como estamos haciendo. Creo que en algún momento lo vamos a lograr y ojalá pueda representar a Argentina en un Juego Paralímpico, ahí me termino de desmayar”.
REVIVÍ LA ENTREVISTA EN “PARADEPORTES RADIO”
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