Cuando Hernán Barreto entendió que no sería jugador de fútbol, se inició en el atletismo. Tenía 12 años y su nueva meta pasó a ser representar a su municipio y llegar a Mar del Plata con los Torneos Juveniles Bonaerenses. Su velocidad ya lo hacía distinguirse del resto, pero el deporte le dio algo más que medallas en los 100 y los 200 metros: “Me saco de la calle, me hizo pensar que en esta vida todo se puede a pesar de las dificultades”. Esas dificultades estaban también en el seno familiar, con una dura historia de un padre que lo maltrataba física y psicológicamente hasta que abandonó el hogar, con el dinero que no alcanzaba para comer más que pan y leche y las secuelas de una parálisis cerebral que fueron más barreras a vencer, pero que nunca lo detuvieron.
Trabajó duro para ayudar a su madre y a sus siete hermanos, hasta que el atletismo le permitió levantar la cabeza… Y correr, emulando a su ídolo Usain Bolt.
Los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara 2011 vieron su coronación, con dos medallas doradas. Volvió a subirse al podio en Londres 2012, sus primeros Juegos Paralímpicos, y en Toronto 2015 reconquistó la presea dorada de los 100 metros. ¿No tiene adversarios? Sí, así lo explica: “mi gran rival soy yo mismo, no hay ninguno más exigente que uno mismo”. Las ansias de superación son su motor deportivo.
Gracias al apoyo del Enard y la Secretaría de Deportes puede dedicar todo su tiempo al atletismo y también disfrutar mucho más de su mujer y su hija, su premio más personal. Es que, como dice su entrenador Ariel González, “detrás de un deportista paralímpico con sueños hay una persona. Y los sueños de Hernán dejan de ser sueños en el deporte hasta que se convierten en realidad”.
La realidad fue mucho mejor de lo que Barreto imaginó. A ese bronce en Londres 2012, se le sumaron dos más en Río 2016. En su mejor momento deportivo, lejos de enfocarse en él mismo, agradece a los que lo rodean: «sin mi equipo de trabajo no podría lograr nada. Son una espalda gigante, ellos me bancaron a muerte. Estos resultados son para ellos y para toda Argentina, que nos está siguiendo».