Avisó en los Juegos Parapanamericanos Juveniles de San Pablo, donde fue protagonista: ganó dos medallas doradas (100 y 400 metros T54). En el Mundial de Notwill, Lucía Montenegro dejó de ser una juvenil y se transformó una seria proyección paralímpica.
Oriunda de Moreno, gracias al programa deportivo de una colonia de verano pudo realizar natación y atletismo a nivel zonal y luego en los Juegos Bonaerenses. En la edición 2014 conoció a Pablo Fornari y Adrián Bottaro, entrenadores de la Selección Argentina que la llevaron a una prueba en el CENARD. Tenía 13 años y desde entonces representa a nuestro país.
«No tenía idea del deporte paralímpico», cuenta Lucía sobre ese primer encuentro con la Selección. La situación ahora es distinta: no sólo domina su especialidad como velocista en silla de ruedas, sino que representa los valores de un atleta paralímpico.
En el Mundial de Suiza 2017, hace pocas semanas, pudo darle resultados a la expectativa que generó luego de San Pablo: fue medalla plateada en los 100, 200 y 400 metros, mejorando sus marcas en las tres competencias. «Todavía no caigo de lo que logré. Es loquísimo. Iba mentalizada pero no sabía lo que me iba a encontrar. Sigo impresionada. Quiero seguir mejorando mis marcas: si lo consigo, pienso que voy a tener futuro».
Así de grandes son los sueños de Lucía, quien el 11 de agosto cumplió 17 años: «Me encantaría llegar a un Juego Paralímpico. Sería una locura ir a Tokio 2020. Voy a apuntar a eso, a mejorar mis tiempos y ver si puedo llegar. La idea es seguir y volverme profesional».