“A mí me gusta hacer de todo”, aclara Micaela Salvador, marplatense de 29 años. Además de viajar, pintar, leer y tener una vida social activa, la jugadora del seleccionado argentino de boccia es estudiante de gestión cultural, oradora y creadora y diseñadora de una marca de ropa.
Cuando era una niña, Micaela nadaba por diversión. Estar en el agua la hacía feliz en tiempos donde no soñaba ni se imaginaba que a través del deporte podría conocer muchos lugares del mundo. Fue hace cinco años, y casi de casualidad, cuando se encontró jugando a las bochas de manera lúdica. Fue en su club, San Jerónimo de Mar del Plata, donde lentamente comenzó a sentir esa adrenalina que no conocía. Y así, de pronto, se encontró vestida de celeste y blanco representando a la Argentina.
“En el colegio tenía Educación Física y para mí era una traba porque me hacían estudiar los reglamentos de deportes que nunca iba a poder jugar. Cuando de grande descubro las boccias sentí una felicidad inmensa, un deporte que se adapta a mi discapacidad ya que no tengo fuerza en los brazos, ni control de tronco”, dice Mica, representante de la categoría BC3, en la que lanza con la rampa y la canaleta junto a un asistente. Ese asistente se llama Iñaki Cotrofe y fue el que le abrió las puertas y le marcó el rumbo.
Pero la vida de Micaela Salvador va más allá del deporte. Sus inquietudes no tienen fronteras y su pasión por pintar fue lo que le abrió el camino para diseñar una marca de ropa: Dios era Mujer. “Surgió como un deseo, una necesidad. Un día empecé con un calzado con aerografía, una técnica con la que pinto desde los 15 años y así arrancamos”, dice, con esa sonrisa dibujada en el rostro. Y así, entonces, su proyecto se convirtió en realidad y hoy además de pintar calzado también hace accesorios como medias y cordones que vende por redes sociales a diferentes puntos del país.
Está visto que a Micaela la hidromielia no la detuvo. Al contrario. Esa discapacidad que la acompaña desde el nacimiento no fue obstáculo para desarrollar sus sueños. Sueños que sus padres y hermanos acompañaron de manera permanente. “Son la base de todo”, cuenta, entre emocionada y orgullosa. Lo refleja ella, la misma que a través de las charlas TED, grita a los cuatro vientos que el deseo es lo último que se pierde “porque está siempre”. Lo hace cuando deja de lado el deporte y el arte, y se transforma en disertante sobre discapacidad y sexualidad.
Este año, en la Copa del Mundo de Brasil, Micaela alcanzó el cuarto puesto en lo que fue su mejor actuación con la celeste y blanca. “Sueño con, algún día, escuchar el himno argentino junto a Iñaki”, dice, ilusionada. Más allá de las boccias, también sabe que hay que saber disfrutar lo que uno hace es invertir en la vida. No hay dudas que la tiene clara.
REVIVÍ LA CHARLA TED DE MICAELA SALVADOR