Para Fernando Pipo Carlomagno el 2023 es de transición. El nadador, medalla plateada en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, tomó una decisión que modificó el ritmo de su vida personal y familiar: se mudó a Madrid con su esposa Camila y su hija Aurora, próxima a cumplir dos años.
En junio compitió en el Mundial de Para-Natación, en Manchester. Ahora quiere llegar al podio en los Juegos Parapanamericanos que se realizarán en noviembre, en Santiago de Chile.
Asimismo, el último 13 de agosto celebró sus primeras tres décadas, un número redondo y siempre atractivo para las reflexiones. Por eso el protagonista del libro infantil Una medalla para Aurora, editado por la Fundación Paradeportes, hace un balance de un año bisagra.
De Rosario a Madrid, su nuevo hogar
A pesar de ser un rosarino de ley, Pipo decidió junto a su esposa un cambio radical: viajar a Madrid para trabajar, sumar experiencia y planificar un futuro diferente. Por ahora, “el resultado es favorable”, le dice a Paradeportes.
La capital española lo recibió con los brazos abiertos, se siente a gusto y agradecido por el lugar que le han dado. La rutina deportiva la realiza junto a la selección española en el Centro de Alto Rendimiento de la ciudad y compite para el club de natación Pozuelo.
Se sabe que la frecuencia de los entrenamientos depende del momento, aunque acostumbra a hacerlo una o dos veces por día. Y a esto se le suma el gimnasio de lunes a sábado.
Si bien extraña Argentina, su gente y costumbres, la adaptación resulta positiva. “Es más fácil cuando tenés amigos y conocidos cerca, me siento realmente feliz”, asegura.
Los desafíos de competir en la clase S8
Pipo Carlomagno desarrolló la mayor parte de su carrera compitiendo en clase S7, donde logró la histórica medalla en Tokio. Sin embargo, la última reclasificación lo subió a S8, categoría con la que fue bronce en el Mundial de Madeira 2022.
Tal modificación volvió más compleja su tarea, pues ahora se enfrenta a deportistas con mayor potencia física. “El 95% de los nadadores que corren allí pueden utilizar las piernas de modo convencional, lo cual para mí es una gran desventaja”, manifiesta.
Esta situación adversa lo obligó a adecuar sus metas. Por tal motivo confiesa que no tuvo grandes expectativas para Manchester, donde disputó la prueba de 100 metros espalda.
“El viaje y la adaptación a España demandaron mucho esfuerzo, fue una transición dura”, comenta Pipo. Asimismo, explica que esos cambios determinantes se reflejan en el cuerpo y ello puede impactar en el resultado deportivo.
No obstante, se muestra conforme por haber alcanzado una nueva final donde obtuvo el sexto puesto. “Tuve una diferencia de diez centésimas respecto a la marca del año pasado en Portugal, lo que en la natación es insignificante”.
Pipo Carlomagno y sus objetivos: Santiago y París
El siguiente desafío para Pipo Carlomagno tendrá lugar en Santiago, Chile. “Creo que puedo mejorar mucho, por eso el objetivo más grande es volver a ser campeón Parapanamericano y ayudar a Argentina con la mayor cantidad de medallas posible”.
En pleno ciclo paralímpico, la mirada también apunta a los Juegos de París 2024. Haciendo proyección, admite que su desempeño tendrá relación con la categoría de competencia. Si regresa a S7 dice tener posibilidades de alcanzar la presea máxima y establecer un récord, mientras que si permanece en S8 se lanzará a disputar el bronce.
A su vez, se percibe un cambio de actitud porque ahora su trabajo está focalizado en la plenitud que conlleva superarse. “Yo quiero ir a buscar a París la mejor marca de mi vida, dar el 100% y tener la satisfacción de conseguir mi mejor rendimiento”.
Sabe que alcanzar el oro paralímpico le permitiría cerrar a lo grande una carrera maravillosa. Sin embargo, reconoce que no será misión sencilla: “Nuestro deporte también depende mucho de los rivales, ver quién está fuerte y saber aprovechar las oportunidades”.
El paso de los años no es un tema menor para un deportista de alto rendimiento. Al respecto reconoce la posibilidad de que los próximos Juegos Paralímpicos sean los últimos para él, aunque por factores que escapan a la edad.
“Es posible que después de París el deporte no sea algo primordial en mí. Ya cumplí 30 y uno empieza a disfrutar de otras cosas y valorar lo vivido”, concluye.