Fue en 2005 cuando Juan Foa, con Ignacio Rizzi, comenzaron a darle fuerza al Quad Rugby, un deporte que se juega en una cancha de básquet, cuatro contra cuatro, y para hacer el try hay que pasar la línea de fondo. «Hicimos una clínica y desde entonces no paramos. Creamos la Fundación Rugby Amistad y hoy tenemos cuatro equipos, y vamos por más», dice Juan, el capitán de la Selección, el mismo que se entrena tres veces por semana en las instalaciones del Centro Nacional de Rehabilitación de Ramsay, en Núñez. «Los lunes y miércoles nos entrenamos todos, los viernes está dedicado a los que integramos la Selección», aclara.
«Desde la Fundación hicimos mucho, y sabemos que tenemos mucho por hacer. Ya contamos con el apoyo de la Unión Argentina de Rugby (UAR) y es vital tener un plan de desarrollo para seguir creciendo. Necesitamos una estructura para poder viajar por el país y difundir el deporte, para convocar jugadores, y así tener más equipos», explica. Con orgullo dice que «en Tucumán se está generando un equipo», y, entonces, podría sumarse al póker que ya conforman Los Buitres de Buenos Aires, Tigre, CILSA de Santa Fe y Los Dogos de Córdoba.
«Argentina está bien posicionada en Sudamericana, hoy se encuentra por detrás de Brasil. Es que en Brasil hubo una fuerte inversión, hay 20 equipos, 200 jugadores y entonces se complica competir. Lo mismo que Estados Unidos, que es una potencia mundial», indica Foa, una fija en los Juegos Parapanamericanos de Toronto, que se desarrollarán del 7 al 15 de agosto.
«Cuando era chico hacía muchos deportes, pero al rugby jugaba para boludear con amigos, alguna que otra tocata. Yo me dedicaba al hockey sobre césped, y al fútbol», cuenta Juan Foa, licenciado en Comercio Internacional en la Universidad de Quilmes. Pero un accidente, cuando tenía 20 años, lo obligó a pegar un volantazo. «Estaba jugando al voley, corrió, se resbaló con un borde de la pileta y se quebró la cervical. Producto del golpe quedé boca abajo en el agua y no me podía mover. Por suerte me rescataron», cuenta. «Estudié y me rehabilité porque tenía que laburar sí o sí». Y le dio para adelante.
Porque además de construir desde el rugby, no dejó de disfrutar de su hobby, el de viajar. «Te abre la cabeza, aprendés un montón. Viajar es un verdadero placer», indica. Se motiva cuando se acercan las competiciones, las disfruta. Y ahora se prepara para Toronto. «Este fin de semana nos concentramos para afinar detalles tácticos y estratégicos. Esto es alto rendimiento, y hay que prepararse», explica.
Falta poco para Toronto, un lugar nuevo que podrá conocer. Estará con Carolina, su novia desde hace un par de años, que lo acompañará. Y competirá con la Selección. Un combo ideal para un amante del deporte.
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El Rugby en silla de ruedas nació en Canadá. En 1977, un grupo de atletas tetrapléjicos de Winnipeg, Manitoba, estaba buscando una alternativa para el básquetbol en silla de ruedas que permitiera la participación de jugadores con movilidad limitada de manos y brazos.
En 1993 se reconoció como un deporte para personas con discapacidad física —además de haber sido creada la Federación Internacional de Rugby en Silla de Ruedas (IWRF, en inglés).
La disciplina es practicada por personas con tetraplejia, en consecuencia de lesión medular, o parálisis cerebral, amputaciones o deformidades en los cuatro miembros y secuelas de poliomielitis entre otros.
Los jugadores son clasificados en siete clases según su habilidad funcional, en una escala que va de 0,5 a 3,5 (cuanto más alta la clase, más alto el grado de habilidad funcional). Cada equipo puede tener solo cuatro participantes en campo al mismo tiempo, y para mantener el equilibrio en las disputas, su suma no puede exceder ocho puntos.
El Rugby en Silla de Ruedas se disputa en una cancha de Baloncesto, y el balón es similar al de Voleibol. Se dividen los partidos en cuatro tiempos de ocho minutos cada uno y se detiene el tiempo cada vez que la pelota sale o se comete falta.
Los atletas pueden llevar la pelota en las piernas, rebotarlo o pasarlo. Cada jugador tiene la posesión del balón por tiempo indeterminado, pero tendrá que rebotarlo por lo menos una vez a cada diez segundos. El equipo con posesión del balón no puede tardar más de 12 segundos para entrar en el campo del oponente, y tiene 40 segundos para finalizar la jugada el objetivo de esta regla es que el juego sea más dinámico.
El objetivo del Rugby en Silla de Ruedas es marcar gol en la línea de fondo del campo, entre dos conos verticales. Sin embargo, es necesario cruzar la línea adversaria con las dos ruedas de la silla.
Como las reglas de este deporte permiten un alto grado de contacto entre los jugadores, por cuestiones tácticas y de seguridad, hay sillas de ataque y de defensa. Las primeras tienen parachoques delanteros y “alas” para que no se queden enganchadas durante las jugadas, mientras que las segundas tienen un accesorio en la parte delantera justamente para impedir el avance de los rivales.