El certamen Miguel Zúñiga Memorial Open de tenis en silla de ruedas ya está en marcha en el Anexo de Obras Sanitarias, y Robinson Méndez espera su turno para salir a la cancha. Debajo de un árbol se cubre del sol, y cuenta su historia. «Jugaba en las inferiores de Palestino, era un buen stopper. El fútbol me apasionaba. Pero sufrí un accidente que me cambió la vida», cuenta. Robin, como le dicen sus colegas, tenía 13 años cuando una bala perdida le impactó en la espalda y le provocó una lesión en la médula espinal.
«Siempre lleve el deporte en la piel. Toda mi vida. Por eso ingresé en el Teletón, un Instituto de rehabilitación infantil. Hice natación, básquet y tenis en silla de ruedas. Me quedé con el tenis», relata. Hubo, claro, un personaje que lo ayudó a tomar la decisión: Marcelo Ríos. «Fue el mejor del mundo cuando yo estaba realizando mi recuperación. Fue, sin dudas, mi referente», explica.
Robinson Méndez comenzó a jugar y su sueño de ser deportista se hizo realidad. Entonces llegaron los viajes, el auspicio de Teletón. Y también los títulos, que ya son 25. Pero una de las mayores alegrías en el tenis en silla de ruedas la consiguió el año pasado, en su país, cuando se coronó subcampeón en los Juegos Parasuramericanos. «Tengo un buen slice de revés, pero mi virtud es la garra», avisa. «Me entreno en doble turno de lunes a viernes, y sé que aún tengo mucho para dar», agrega.
«El año pasado me operaron del hombro y estuve nueve meses sin jugar y perdí varios puestos en el ranking. Mi objetivo ahora es ponerme a punto, retomar el nivel que supe tener y estar otra vez entre los mejores», en referencia a ese undécimo lugar que ostentaba en 2008. Ahora, piensa en retener el título en Buenos Aires, en los Juegos de Toronto, en su polola Karima, y en su Colo Colo tan amado. «Anoche disfruté la victoria contra Mineiro por la Copa Libertadores», dice. Y, entonces, se larga a hablar de fútbol. «Borghi logró lo que nadie en Colo Colo, y Bielsa trasmitió una identidad única a la Roja; pero mi ídolo es Iván Zamorano».
La charla futbolera se interrumpe cuando lo convocan para salir a la cancha. Entonces, sobre el polvo de ladrillo, marcó territorio: doble 6-0 ante Diego Moliner para meterse entre los ocho mejores y dejar en claro que no será sencillo sacarle la corona.