Rosana Lescano hace memoria. Su pensamiento se traslada hacia su niñez, cuando su hermana María la invitaba a jugar al tenis. “Rochi”, que desde los ocho años sufría una retinosis pigmentaria, se frustraba cuando no podía divertirse con su hermana. Sin embargo, la vida siempre da revanchas. Hay que buscarlas, eso sí. Y eso hizo Rosana. ¡Hoy es campeona del mundo!
“Una vez en el Instituto Román Rosell, el templo del deporte adaptado, me invitaron a participar del tenis para ciegos. Tenía una idea, pero nunca lo había practicado”, recuerda Rosana, de 49 años. Comencé a jugar y me enganché. Recibí el apoyo de mi familia, que se entrenó conmigo. Y entonces, sí, pude jugar con mi hermana María. Sentí que esa frustración de chica revivía. Pude revertir la situación y ya me sentí ganadora”, agrega la madre de Juan Ignacio.
Rosana sabía que algún día su vida iba a cambiar. Convivió con la discapacidad hasta que en 2011 decidió dejar de trabajar y obtuvo su pensión por discapacidad. Fue el principio de un proceso de adaptación, que incluyó el uso del bastón verde.
La Fundación Nano en San Miguel y la Municipalidad de Pilar fueron sus aliados en esta transformación. También Luciano, su pareja. A ellos recuerda cada vez que habla de su título de campeona del mundo en la categoría B1 en el último Mundial de Venecia (Italia) en 2024. En la final, Rosana Lescano le ganó en la final a la japonesa Yumi Yokota por 5-3 y 5-4 (8-6).
Ya tengo mi rutina y me gusta el entrenamiento. Practico en el frontón del Club Atlético de Pilar y también en el Polideportivo de Pilar. “Ahora hay que seguir creciendo. Me gusta competir, pero también es mi deporte y me gusta divertirme. Ojalá que desde mi lugar pueda ayudar a difundir el tenis para ciegos y llevarlo a cada provincia. ¿Y por qué no imaginar un tenis para ciegos paralímpico?”.