La vitrina de su casa del Barrio San Alberto de Isidro Casanova está cada vez más llena de trofeos y medallas. Y ahí está ella, la última, la dorada de los Juegos Parapanamericanos de Santiago 2023, la que además le dio el pasaje directo para cumplir su gran sueño: estar en un Juego Paralímpico. Y así será, porque en este 2024, Elías Isaac Esteban Romero será uno de los argentinos en París.
“La idea al principio era despejarme, jugar un poco. Después vi que algunos de los grandes andaban con la ropa de Argentina. Tener la camiseta fue una de mis motivaciones de chico. Cuando me convocaron a los Parapanamericanos Juveniles del 2013 me dieron un bolso, lo desarmé enseguida y me volví loco”, recuerda Elías, como lo conocen todos, por el momento el único argentino clasificado a Paris en tenis de mesa adaptado.
Nació el 5 de noviembre de 1999, en Isidro Casanova, La Matanza. A los 7 años iba a kinesiología en San Justo y los sábados lo llevaban a una escuelita donde había tenis de mesa, atletismo y básquet en sillas de ruedas. Y no tardó mucho en engancharse. A los 8 ya se entrenaba tres veces por semana en CEDIMA (Centro de Discapacitados de La Matanza) y su juego comenzó a llamar la atención.
Alejandra Gabaglio, histórica entrenadora de la Selección Argentina de tenis de mesa adaptado, lo sumó al equipo nacional con apenas… 14 años. Y en 2015, con 15, fue el deportista más joven de la delegación celeste y blanca en los Juegos Parapanamericanos de Toronto. Pero no fue de paseo, Elías se trajo una medalla de bronce. La primera de muchas y de varios colores.
“En el 2015 se lesionó un compañero, entré por la ventana y viví una gran experiencia. Ganar una medalla con 15 años fue terrible. Me dio motivación para seguir entrenando y llegar a este momento. Del 2014 al 2018 me fui a vivir al CeNARD con chicos que hacían distintos deportes. En esos cuatro años viví la exigencia de entrenar todos los días y me lo empecé a tomar más en serio. Es un lindo trabajo el que tengo”, asegura.
Dice que el revés es su mejor golpe, que se preocupa especialmente por la concentración y que la experiencia le aporta una ventaja a su edad. “Arrancar de chico me dio otra mentalidad. Este deporte mezcla talento con trabajo. Hay que insistir, jugar con la cabeza fría y aprovechar tus momentos”.
También reconoce que el tenis de mesa hizo que su vida cambiara: “Me dio todo. Independencia, amigos y viajes. Además, tengo la ayuda de mis papás para poder dedicarme, aunque siempre faltan cosas, pero la vamos remando. Me encanta, es un deporte inclusivo y también compito con convencionales, algo que me sirve para mejorar. Cada día tengo una motivación para seguir a full y ahora más que nunca. Logré el sueño que no pude en Tokio, ir a un Juego Paralímpico y representar a mi país. Cuando cierro los ojos pienso en la final en Chile y no lo puede creer. Fue el día más feliz de mi vida. Ganar el oro y conseguir la clasificación para representar a mi país. Voy a dejar todo, como siempre. Además, espero abrir ese bolso con ropa con la misma alegría e ilusión que la primera vez”.