JUAN SAMORANO: RETROCEDER NUNCA, RENDIRSE JAMÁS


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“Soy perseverante y nunca me doy por vencido”. No hace falta que Juan Samorano se defina como atleta de elite. Solamente hay que repasar sus combates más importantes para confirmarlo. Lo demostró en Tokio 2020 y en Santiago 2023, cuando ganó dos medallas de manera épica en parataekwondo (K44 -75kg). Cuando todo parecía perdido, ahí apareció él. Así fue la historia…

En los Juegos Paralímpicos de Tokio, Samorano sacó una patada en el último segundo para derrotar al kazajo Dombayev, “robarle” la de bronce y subirse al podio. “Ese momento no me lo voy a olvidar nunca más”, recuerda. Y es verdad: el tatuaje de esa medalla está grabada en su piel.

Casi como una remake fue lo que vivió en la final de los Juegos Parapanamericanos de Santiago 2023. Porque cuando la derrota era un hecho, cuando ya no había más tiempo y el reloj marcaba que faltaban dos segundos… Samorano lo dio vuelta y logró una victoria inolvidable: 21-20 sobre el cubano Mitchel Suárez para colgarse la dorada. “El desenlace me hizo acordar a Tokio 2020. Este es mi estilo, el de no dar nada por perdido hasta el final. Soy como la película: Retroceder nunca, rendirse jamás”, asegura con una sonrisa.

Luchador, tenaz e insistente. Así es Juan Samorano, el mismo que comenzó a practicar taekwondo casi de casualidad hasta convertirse en un referente de la disciplina. “Una vez pasé por un gimnasio y vi cómo practicaban. Me enteré que eso que hacían se llamaba taekwondo y me gustó”, recuerda.

Pese a su timidez, se acercó al profesor Eduardo Guzmán y le pidió probar un par de clases. Atrás había quedado aquel accidente de tránsito en el que perdió el brazo derecho a los 22 años. En ese gimnasio de Merlo, Samorano encontró un nuevo rumbo y vaya que le sacó el jugo.

“Me entrené con seriedad y profesionalismo. Y entonces comenzaron a caer las buenas noticias: torneos, títulos y la convocatoria al seleccionado argentino. Cuando me quise dar cuenta me estaba entrenando en el CeNARD con los atletas convencionales”, dice el medallista de 42 años que en su momento se las rebuscó como albañil y repartidor de sushi.

Tokio 2020, claro está, le cambió la vida. Pero hay más. Ya tiene su pasaje y pasaporte al día para ir a París 2024, sus segundos Juegos Paralímpicos. Otra vez, va en busca del podio. Lo desvela soñar con una final y colgarse la dorada. Dice que está tranquilo. Veremos qué sucede. Mientras tanto, no para de entrenarse. Sabe que tiene condiciones, garra y actitud. Un combo perfecto para llegar a lo más alto.

Los rivales ya lo conocen, lo tienen agendado, saben quién Samorano, el que fue albañil, el que repartió sushi, el que no retrocede nunca… el que no se rinde jamás