Un accidente automovilístico le cambió la vida a los 11 años pero no le impidió seguir con su pasión por los deportes. Años después de aquel episodio que lo llevó a usar silla de ruedas, a Enrique Plantey le ofrecieron incursionar en el esquí adaptado y ese momento fue el inicio de una carrera deportiva que ahora llega a su punto máximo.
Su compromiso fue tal que él mismo se movió para poder generarse un lugar como representante argentino de esquí alpino. Aprendió, se entrenó y logró su lugar como atleta internacional. Así llegó a Sochi 2014, su primera experiencia en los Juegos Paralímpicos de Invierno, donde se codeó con los mejores del mundo y terminó en el 19° puesto.
El neuquino pudo ingresar al circuito internacional de esquí alpino y su crecimiento se dio con el paso de los años. En PyeongChang 2018, sus segundos Juegos, fue el abanderado argentino. «Pensaba que eran mis últimos Juegos pero me quedé con una sensación agridulce en lo deportivo. Ahora quiero revancha y voy por todo en Beijing 2022», avisó tras la competencia, que no lo dejó conforme.
Su ciclo paralímpico previo a estos Juegos se dio con grandes resultados en el tramo final. Plantey, de 39 años, llegó a Beijing motivado y en un gran momento, teniendo muy claro su objetivo. «Quiero quedar entre los ocho mejores, voy por un diploma», fue su mensaje en la previa. Y lo consiguió.
En la categoría Super Gigante, Enrique terminó 8° y se aseguró el primer diploma de su carrera. Pero el pico máximo se dio este jueves, con un cuarto puesto (estuvo a 2.2 segundos de la medalla de bronce) en Slalom Gigante que le permite hacer historia para el deporte paralímpico argentino y superar sus propias expectativas. «Es mucho más de lo que esperaba. MUCHO», mencionó. Para un soñador incansable como él es mucho decir.