Nicolás Rivero se despierta a las 5 de la mañana, desayuna y arma su bolso. Lo esperan dos horas y un poco más hasta llegar al Centro Nacional de Alto Rendimiento (CeNARD) o al Club Atlético River Plate, donde planifica su trabajo rumbo a París: ocho sesiones de agua y visitas al gimnasio para hacer la preparación física. Además, trabaja con los kinesiólogos y los psicólogos. Así, de lunes a sábado. Siempre. Semejante esfuerzo dio sus frutos y Nico se aseguró un lugar en los Juegos Paralímpicos de París 2024.
“Termino cansado en la semana pero sé que todo valió la pena para alcanzar los logros que conseguí. Y ahora se viene París, donde mi objetivo principal es dar lo mejor y lograr un podio. Me estoy preparando mucho porque representar a mi país es un orgullo”, le dice Nicolás Rivero, nadador de la categoría S5/SB4/SM5, a Paradeportes.
“A los 8 años me recomendaron, por una cuestión terapéutica, que haga natación en una piscina de Padua. Ahí empecé a dominar mi cuerpo en el agua y sentí mucha libertad. Desde ese momento incorporé estilos y entendí que ese era mi lugar”, explica el nadador que ganó la medalla de bronce en los 100 metros pecho en el Mundial de Manchester.
Atrás quedó aquella primera medalla y ese podio por el segundo lugar en los Juegos Parapanamericanos Juveniles de San Pablo 2017. Pasaron siete años y Nicolás Rivero ya acumuló muchas millas en la pileta para ir en busca de ese sueño. “¿Por qué no pensar en una medalla en París?”, dice, el joven que representó a la Argentina en Tokio 2020 y tiene afectados sus miembros inferiores y parte de su tronco.
Marcela Belviso es su entrenadora y la persona que apuesta fuerte por Nicolás: “Es un ejemplo de tenacidad, un ser aguerrido. Conociendo su historia de vida nada lo para y no tiene techo”, asegura la persona que vio en él ese plus, lo convocó para entrenar en River y explotó en la selección.