Mucho contacto. Demasiado. Eso fue lo que pensó Mariana Pérez cuando le sugirieron que podía jugar al básquetbol. Estaba acostumbrada a realizar disciplinas individuales y ese deporte en el que chocaban las sillas y se disputaban la pelota no le llamaba la atención.
Después de muchas invitaciones, y de cansarse de decir que no, Mariana Pérez accedió y fue a ver un partido de la liga cordobesa. Ahí, entonces, cambió su vida. “Fui con Julieta Olmedo y nos enganchamos enseguida. Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos tirando al aro con jeans y sandalias”, recordó.
“No me imaginé que me iba a enganchar tanto”, confesó. Atrás habían quedado la natación, el tenis y el atletismo. Incluso, dos maratones. Y antes de sufrir el accidente de tránsito, cuando tenía nueve años, Mariana jugaba al hockey sobre césped y practicaba natación. Está claro que lleva el deporte en sus venas.
No le importó que en su debut en la liga cordobesa con Unión Eléctrica le tocara enfrentar a SICA ni que terminara en el piso un par de veces. “Jugué un puñado de minutos y tuve un par de encontronazos con Julio Kowalczuk, que era enorme. Cuando caí, me ofendí y se lo dije. Pero con el tiempo aprendí que yo no debía pasar por donde no había espacio”, recordó, que en ese entonces tenía 23 años.
Desde esa primera vez, Mariana Pérez construyó una carrera ascendente. Uno de sus pilares fue, justamente, Kowalczuk, con quién se encontró más tarde en SICA. “Me enseñó que cada entrenamiento era un desafío y me consiguió la primera silla”.
Su historia deportiva tuvo muchos momentos inolvidables. El sufrido triunfo ante Perú en los Parapanamericanos de Toronto 2015 que significó la clasificación a Río 2016. El mismo debut en los Juegos Paralímpicos. Sus títulos con SICA. Y su experiencia en Italia.
“Cuando me convocaron para jugar en Briantea84 tenía mucha incertidumbre y no sabía si iba a cumplir las expectativas. Pero con la ayuda de Adolfo Berdún, que estaba en el equipo hace tiempo, lo logré”. Hubo que acomodarse y adaptarse a un básquetbol más profesional. A pensar las 24 horas en el juego. A entrenamientos en doble turno.
De Europa, justamente, rescató el momento más emocionante de su carrera. Fue cuando la eligieron en el quinteto ideal de la Champions en Alemania. La tristeza por haber sido eliminado antes de lo previsto contrastó con ese premio inesperado. “Escuché que me nombraban y no entendía nada hasta que Berdún me dio la noticia”, indicó de su paso por el Briantea84, equipo italiano con el que ganó dos torneos nacionales.
“Empecé a jugar al básquetbol de casualidad y hoy no lo puedo dejar. Vivo y pienso básquetbol las 24 horas». A los 30 años, y con el título de veterinaria que tanto le costó conseguir, Mariana Pérez entendió que el alto rendimiento requiere de tiempo y dedicación. “Jugar y estudiar de manera simultánea no es sencillo. Todo lo contrario. Me recibí con mucho esfuerzo y ese también es un premio que llevo con orgullo. Por eso aliento a que los atletas juguemos y estudiemos. Se puede”, afirmó. Así es. Se puede. Ella lo dejo bien en claro.