Desde muy pequeña, Valentina Bonfanti tuvo pasión por los deportes. Probó con varias disciplinas, pero nunca se decidía. Cuando parecía que se inclinaba por el hockey de pista, sucedió algo que le cambió el rumbo de su vida.
“Me llamaron la atención unos ruidos extraños en una sala. Me asomé y vi que estaban haciendo un deporte totalmente desconocido para mí. Me interesó mucho y me interioricé”, recuerda esta joven de 20 años que cursa tercer año de kinesiología en la Universidad Católica de La Plata.
Así fue que Valentina se acercó al profesor, le preguntó los horarios, los días de entrenamiento y en menos de 24 horas estaba realizando su primera práctica, allá por 2009.
Valentina, que es hipoacústica desde los 5 años y utiliza audífonos para escuchar con normalidad, se considera una fanática del judo. “Me dio muchas oportunidades. Desde conocer lugares hasta establecer relaciones. Es una disciplina que recomiendo porque además de trasmitir valores, influye mucho en el respeto por el otro y también en el compañerismo”, explica.
Como a muchos deportistas, la pandemia la perjudicó. Fue una piedra en el zapato. No hubo competencias y se complicó encontrar un horizonte. Sin embargo, las Sordolimpiadas del próximo año figuran como su principal objetivo.
En el final, Valentina, integrante del equipo nacional, deja una enseñanza. “Soy una de las pocas personas que tiene audición y el habla normal. En las competencias me di cuenta que me costaba compararme con mis compañeros, que son sordos y se comunican por lenguaje de señas. Desde entonces, destaco la importancia de aprenderlas tanto por nosotros como por ellos. Nos deberíamos actualizar y tener empatía con las personas con discapacidad”
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