Jorge Lencina sabe que su caso es particular e histórico a la vez. Es el único deportista argentino que participó en los Juegos Olímpicos y también en los Paralímpicos. Sí, este cordobés de 39 años estuvo en Atlanta 1996, Sydney 2000 y Atenas 2004 como convencional. Pero, a partir del 2004, cuando le detectaron glaucoma queratocono, una deformación en las córneas, se convirtió en un referente del judo y representó al país en los Paralímpicos de Beijing 2008 y Londres 2012.
«La principal diferencia es que te obligan a estar en contacto con el rival, pero no hay diferencias en el reglamento», aclara Lencina. «El judo se divide en tres categorías. El B1 es para una persona ciega. El B2 tiene una disminución visual de hasta cinco metros; y el B3 es hasta diez metros. Yo estoy entre el B2 y B3», explica.
En el pasado, cuando competía en forma convencional, Lencina logró un meritorio séptimo puesto en los Juegos de Atenas. ¿Qué sucedió después? «Siempre tuve problemas de vista, y con el tiempo se me agudizó. Me hicieron estudios y así arranqué esta nueva etapa en el 2004. Fui al Mundial de San Pablo, y logré la medalla de plata, y luego gané los Parapanamericanos de Río de Janeiro». Llegó la clasificación a Beijing, donde logró el tercer puesto, y la medalla de bronce en Londres.
Una excelente carta de presentación para Lencina, que dio sus primeros pasos en el judo cuando tenía 9 años. «Mis padres me obligaron, querían que haga deportes y, además que me relacionara con otros chicos», dice, y sonríe. Fue así que comenzó en Instituto, y a los dos meses ya competía a nivel nacional.
Entonces llegaron más trofeos, más competiciones. «Me perdí el viaje de egresados», recuerda. Pero viajó y triunfó en el Sudamericano de Colombia. Y armó las valijas y partió a Europa. «Fue un viaje maravilloso, que me sirvió mucho porque acumulé experiencia. Competí en Austria, Alemania, Polonia. Mis viejos hicieron un esfuerzo enorme, pero valió la pena», indica.
Ahora, con los pergaminos y los logros sobre sus espaldas, Lencina se plantea los objetivos del futuro. Tras conseguir la medalla de plata en el Mundial de Hungría, apunta a los Juegos de Toronto y, especialmente, los de Río. «Quiero mejorar lo que hice en Londres». Ahora, con el apoyo de su mujer Gabriela y el de sus hijas Rocío (16) y Luana (12), confiesa que esta segunda etapa deportiva de su vida es mejor. «Hay más calidad humana, hay una mejor propuesta del deporte adaptado. Esa sensación la capté yo, pero también mi familia. Y no es poco».
Mirá una de las actuación de Lencina, en Londres 2012: